La vida está arriba del escenario [crítica a Primavera Salvaje]

Actriz y directora

La vida está arriba del escenario [crítica a Primavera Salvaje]

La vida está arriba del escenario.

Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

Es autor de 42 obras de teatro, cuatro volúmenes de cuentos cortos, dos volúmenes de ensayos, dos libretos de ópera, un libro de periodismo, un libro infantil, poesía, algunas colecciones de relatos breves, de ensayos, de no-ficción y otros trabajos en periodismo, además de un libro de literatura juvenil y una autobiografía (1992). Sus obras han sido traducidas a 18 idiomas y representadas alrededor del mundo.

Prolífico dramaturgo británico conocido por sus contribuciones al llamado kitchen sink drama, Sir Arnold Wesker nació en Stepney, Londres, el 24 de mayo de 1932, es hijo de un sastre de origen judío-ruso, y de madre judía-húngara. Entre 1943 y 1948 se educó en el Upton House Central School. En su juventud ejerció diversos oficios como ebanista, vendedor de libros, plomero, trabajador rural, comerciante de granos y repostero en París.

En 1950 fue enrolado en la Fuerza Aérea, experiencia que luego sería la base de la obra Chips with Everything.Escribió a temprana edad las obras Roots, The Kitchen, y Their Very Own and Golden City que fueron representadas por la English Stage Company en el Royal Court Theatre. En 2005 publicó su primera novela, Honey.

Es miembro de la Royal Society of Literature. Ha sido recipiendario de títulos honoríficos y premios. En el Reino Unido en 2006, a Wesker le fue conferido el título de Sir por su contribución al teatro.

Pertenece a la denominada generación de jóvenes airados (angry young men), grupo de novelistas, dramaturgos y cineastas ingleses de la década de los cincuenta, al que también pertenecieron John Osborne, Kingsley Amis, John Braine y, en alguna ocasión Harold Pinter. Ésta generación expresó la amargura e irritación de las clases bajas británicas de la postguerra, atacando con ello a la alta clase media, y mostrando así la hipocresía social en la que estos vivían.

Look back in Anger pieza de John Osborne, se estrenaba el 8 de mayo de 1956 en el Royal Court Theatre en Londres. A partir de ese momento, el nombre del teatro quedaría unido al de una nueva generación de dramaturgos: John Osborne, Arnold Wesker, John Arden, Edward Bond.

Ese año se formó un grupo teatral que componían personajes que querían alejar el centro cultural de West End. En un intento por renovación de teatro pusieron un anuncio solicitando manuscritos de autores desconocidos. Este concurso lo gano Look back in anger. Al final la compañía no fue tan renovadora. Aparte de Look back in anger, durante la primera época se estrenaron 5 obras más de las cuales 2 fueron de novelistas reconocidos, 1 de un dramaturgo reconocido, dos de autores del grupo. La única novedad fue la de Osborne, que en la época era un autor desconocido. El estreno de la obra de Osborne no atrajo demasiada atención, pero el efecto fue fulminante, los llenos se sucedían. Y el protagonista de la obra se convirtió en el portavoz de una generación.

La ira pasó a ser un leit motiv de literatura inglesa. Tanto desde el punto de vista formal como temático esta obra no representaría una ruptura de los esquemas dominantes. Donde sí que presenta la diferencia con el well made plays es en la falta de progresión narrativa. En esta obra no pasa nada o casi nada.

En la llamada  generación de 1956 se piensa con ira y protesta pero también con nostalgia y rabia interior por falta de pasión en hacer las cosas y por vivir. La sociedad se centra en el trabajo, la sociedad es una masa que se deja arrastrar, falta valor en las cosas, por eso miran hacia el pasado imperial, en el cual si que hubo pasión y valores.

La cocina (1957) es la obra más conocida de Wesker, aunque también es destacable su trilogía Sopa de Pollo y Cebada (1958), Raíces (1959), y Hablo de Jerusalen (1960); donde describe la evolución política de una familia judía. La cocina, se basa en las experiencias del propio Wesker como cocinero en un restaurante de París, para así dar del mundo una imagen más directa. El autor diría al respecto: El mundo pudo haber sido un escenario para Shakespeare; para mí es una cocina: donde los hombres van y vienen y no pueden quedarse el tiempo suficiente para comprenderse, y donde las amistades, amores y enemistades se olvidan tan pronto como se realizan.

En éste mundo del que habló Wesker, un mundo que cabía dentro de una cocina, tenía la estructura básica de la sociedad: La presión a las clases trabajadoras y, por ende, la animadversión hacia aquellos que les explotaban. El frenético ritmo de producción en la hora punta del día, a la hora de la comida, es similar al rendimiento industrial, donde importa el número obtenido de producto y menos la calidad de éste. Al autor le interesa más contar la verdad que la realidad. Lo importante para él es que hubiese alguien capaz de decir la verdad.

“El buen teatro viaja a través del tiempo y de las fronteras porque los escritores poseen percepciones reveladoras sobre constantes en el tiempo, como la condición humana. Por esta razón las historias de la Biblia, los dramas griegos o Shakespeare todavía hoy nos dicen algo. Mi obra más representada es La cocina. Aunque tiene casi un reparto de treinta actores, se ha representado constantemente durante cincuenta años en todo el mundo. Otra de mis obras, Las cuatro estaciones, una historia de amor para dos actores, ha sido representada de México a Tokio, de Copenhage a Praga, de Madrid a Nueva York. Por eso asumo que mis obras contienen material atemporal que traspasa fronteras.

Además de las dos ocasiones en que Susana Alexander ha montado Las cuatro estaciones, recientemente Alonso Ruizpalacios dirigió en el 2010 La cocina con los alumnos del cuarto año del CUT.

Arnold Wesker suele ir unido a la generación del 56, aunque Wesker Trilogy no se estreno en el Royal Court Theatre. A finales de los cincuenta a los Angry Young men se les aplico el calificativo de Kitchen sink drama. Era un calificativo despectivo hacía la referencia de que los protagonistas de las obras eran de la clase social mas baja. Pero si nos olvidamos de lo despectivo del nombre se pueden encajar obras de Wesker en esta corriente, de hecho dos de sus obras empiezan con escenas de mujeres fregando los platos.

Refleja en sus obras la realidad laboral pero también muestra el tema de los judíos, la realidad de Israel. Al final de su obra muestra su sentimiento de creciente odio hacia la clase trabajadora. Intentó acercar el teatro de calidad a la clase baja, pero se llevo una decepción, por lo visto la clase baja no sabe apreciar este tipo de teatro y prefiere el teatro comercial. En 1964 fundó y dirigió el primer teatro del centro cultural Roundhouse, llamado Centre 42, un intento pionero de acercar el teatro a las masas con ayuda de sindicatos. Fracaso al no conseguir la ayuda esperada de los sindicatos. El drama social de Wesker deja mucho que desear, el teatro de Wesker siempre tiene un componente humanitario y sentimental.
Su trilogía conformada por las obras Chicken soup with Barley, Roots y I’m talking about Jerusalem, tiene cierto carácter autobiográfico, de la época de su vida en la cual estuvo trabajando en el puesto de repostería de un hotel. La primera obra marca el tono de toda la trilogía, tras el entusiasmo inicial de sus protagonistas se produce el contacto con la realidad, y se acaba en un estado de resignada pasividad.

Actualmente, en el Foro de las Artes, del Centro Nacional de las Artes, Otto Minera traduce y dirige Primavera Salvaje, del aclamado dramaturgo. La puesta, aborda el tema del teatro dentro del teatro, y participan la actriz mexicana Emoé de la Parra y el histrión brasileño Gutemberg Brito.

En Primavera Salvaje tenemos la oportunidad de atestiguar 15 años en la vida de una actriz madura y una exploración sobre la imagen que cada ser humano tiene de sí mismo. La puesta en escena se estrena en México por la compañía Atracciones Artísticas Contemporáneas, bajo la dirección de Otto Minera que se presentó por primera vez en 1994 en la ciudad de Tokio.

Emoé de la Parra, también productora de la puesta, encarna a Gertru, una actriz de mediana edad en el auge de su carrera, quien hace amistad con un joven negro llamado Sam, y 15 años después vive un amor no correspondido con Dan, un empresario menor que ella. Ambos personajes masculinos interpretados por Gutemberg Brito.

Mientras Sam cree que lo único a lo que puede aspirar es a ser un empleado de estacionamiento, Gertru piensa que puede ser algo más que una buena actriz. Cada uno trata de debatir al otro sobre las subjetivas imágenes que tienen de sí mismos. Quince años después, la carrera de Gertru entra en crisis cuando se enamora, sin ser correspondida, de Dan, el joven gerente de la compañía, quien se considera a sí mismo un artista pero en realidad es un talento para los negocios.

En su obra, Wesker habla del teatro dentro del teatro, utiliza la actuación como una metáfora de las falsas imágenes que puede tener el ser humano de sí mismo y de las cuales incluso llega a enamorarse.
Es una obra donde la vida está arriba del escenario o donde el teatro representa la vida, hay momentos en que vemos a Gertru actuando, pero luego está en su casa y el teatro sigue, todo es una dimensión teatral fortísima.

La puesta en escena, excesivamente larga, tiene un primer acto brillante, lleno de bellas imágenes que nos conducen de sorpresa a sorpresa y que ofrece el pleno lucimiento de Emoé en escena, la actriz, al principio caracterizada como el bufón de El rey Lear, se maquilla y desmaquilla en escena, esta en escenas y en camerinos, entre piernas y en su casa, gracias a la bella escenografía de Jorge Kuri Neumann, en tanto Gutemberg Brito le da buena replica a la actriz, con un personaje a su medida. Un segundo acto reiterativo, hace pesada la representación y en donde, luego de 15 años, el tiempo parece haberse estacionado para Gertru, mientras la caracterización de Brito es lamentable, los postizos de patillas no corresponden a su color de pelo, entre otras cosas.

Otto Minera, traductor, dramaturgo y director teatral, es originario de Monterrey, Nuevo León. Dirigió el Centro Cultural Helénico y fue Coordinador Nacional de Teatro del INBA. También fue el creador y principal promotor del Proyecto Xola. Creó la compañía ATRACON (Atracciones Artísticas Contemporáneas) en la que funge como director artístico. Entre sus montajes más recientes podemos destacar: Pequeños crímenes conyugales, de Eric-Emmanuel Schmitt, Lejos de Caryl Churchill, Eurídice de Sarah Ruhl, La Larga Cena de Navidad  de Thornton Wilder.

El escenógrafo Jorge Kuri Neumann es egresado de la Escuela Nacional de Arte Teatral. Su trabajo ha figurado en festivales internacionales de teatro en países como Canadá, Japón y Rusia. Ha colaborado en producciones escénicas con directores como José Caballero, Boris Shoemann y Hugo Arrevillaga, por mencionar algunos. Es miembro de la planta docente del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM.

Emoé de la Parra, discípula de maestros como Héctor Mendoza, Luis de Tavira y Ludwig Margules, se ha desempeñado como actriz de teatro y televisión desde 1970, destacando entre sus montajes mas recientes el monólogo Emily (2009), de William Luce, sobre los últimos años en la vida de la poeta Emily Dickinson.

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